Publicada el 16/12/19 en El Mercurio
Por Rafael Caviedes – Consultor y académico.
Señor Director:
La propuesta de un grupo de académicos que afirman que un asegurador estatal único de afiliación obligatoria permitiría avanzar hacia un sistema más justo y solidario ha generado polémica. Sostienen que ese modelo monopólico es más eficiente y dan a entender que en todos los países donde se aplica existen seguros complementarios o de segundo piso para satisfacer a quienes desean acceder a una atención de salud fuera de la red estatal.
Lo cierto es que la existencia de estos seguros privados en países como Brasil o España demuestra la insatisfacción de millones de trabajadores con los servicios públicos de salud, quienes prefieren perder el pago obligatorio al sistema estatal y comprar un seguro privado que les satisface de mejor forma sus necesidades médicas. En general, en todos los países se observa un creciente gasto público y un aumento de la desconfianza en las entidades estatales. En Chile, quienes cuentan con los recursos económicos también se escapan del sistema estatal por los problemas que este exhibe. Las múltiples dificultades, frecuentes huelgas, endeudamiento y listas de espera muestran un Estado fallido, a pesar del formidable aumento presupuestario de que ha gozado el sistema de salud en los últimos 20 años que, en términos per cápita, prácticamente iguala al gasto privado.
Por el contrario, el Estado debería proteger el derecho a elección de los ciudadanos mediante un fondo de compensación de riesgo ajustado por sexo, edad y estado de salud, que les permita elegir libremente planes estándares comparables, en un sistema de multiseguros competitivos y regulados. Asimismo, deberá rediseñar una red pública con establecimientos concesionados, administrados por una entidad autónoma, alejada de las decisiones políticas. De lo contrario, como dice uno de los columnistas, no podremos abandonar el ciclo de la desilusión, el fracaso y la ira.